Robots humanoides: el futuro ya camina como nosotros

Del salón de clases al supermercado, los humanoides podrían ser parte de nuestra vida… pero ¿cuándo y para qué?


¿Por qué los niños deben interesarse?
Porque los robots ya no son cosa de películas. Los científicos y empresas del mundo están trabajando para que estas máquinas se parezcan más a nosotros, aprendan de su entorno y nos ayuden en tareas que hoy parecen imposibles. Entender cómo funcionan nos da pistas de cómo será el futuro que ustedes vivirán.

¿Quiénes los construyen?

La Federación Internacional de Robótica publicó un informe titulado “Visión y realidad”, donde explica cómo distintos países avanzan en la creación de robots humanoides.

En China, por ejemplo, los humanoides están en el centro de una gran estrategia nacional. El gobierno sueña con producirlos en masa, como quien produce autos o celulares. Primero quieren usarlos en servicios como la atención al cliente: imagina entrar a una tienda y que un robot te reciba con una sonrisa mecánica.


Después, piensan en llevarlos a las fábricas para que armen productos sin cansarse nunca. Y para lograrlo, China trabaja en algo gigantesco: crear toda una cadena de fábricas que produzca las piezas necesarias para estos nuevos compañeros metálicos.

En Estados Unidos, empresas como Amazon, Tesla o NVIDIA están probando humanoides que cargan cajas, organizan bodegas y ayudan a mantener la productividad. Allá los ven como aliados prácticos, más que como amigos. No se trata de robots que cuenten chistes o te acompañen a leer, sino de máquinas que hacen que el trabajo sea más rápido y eficiente. Y lo más curioso es que no solo los grandes gigantes tecnológicos están interesados: hay decenas de startups, pequeñas compañías nuevas, que buscan crear el humanoide perfecto.

En Japón, desde hace décadas, se han preguntado cómo lograr que los robots no sean solo herramientas, sino también compañeros. Fue en Japón donde nació Asimo, en el año 2000, uno de los humanoides más famosos del mundo.


Hoy tienen robots como Pepper o Palro, diseñados para conversar, enseñar y acompañar, sobre todo a las personas mayores en un país que envejece rápido.


En las escuelas, algunos niños ya conviven con robots que los ayudan a aprender. Y lo sorprendente es que, para muchos japoneses, un robot no es un intruso, sino un nuevo integrante de la sociedad.

Europa prefiere ir con cuidado, priorizando la seguridad y la ética antes de usarlos de manera masiva. Prefieren reflexionar: ¿qué significa convivir con estas máquinas? ¿Cómo garantizar que no pongan en riesgo a las personas? Los europeos trabajan en robots que colaboren con los humanos dentro de las fábricas, cuidando siempre la seguridad. Antes que pensar en humanoides que sirvan cafés o reciban clientes, quieren asegurarse de que el impacto social y ético de la robótica sea positivo.


Aunque los humanoides parecen muy avanzados, los expertos dicen que todavía no reemplazarán a los robots actuales. Más bien los complementarán y ampliarán sus capacidades.

Hasta aquí ya te estarás preguntando: ¿qué es exactamente un robot humanoide y en qué se diferencia de la robótica? 

La respuesta es simple:

los robots son las máquinas en sí, capaces de interactuar con el mundo y cambiar lo que hacen según su entorno. La robótica, en cambio, es el campo de estudio, la “escuela” que diseña, planifica y mejora a esos robots. Es decir, los robots son el resultado; la robótica es el camino para crearlos. Y lo más curioso es que algunos robots ni siquiera tienen cuerpo: son programas invisibles que viven dentro de una computadora, como los chatbots que te contestan cuando compras en línea.


Los expertos coinciden en algo: aunque los humanoides son asombrosos, todavía falta mucho para que los veamos de manera masiva en hogares, escuelas o calles. No reemplazarán a los robots actuales —como los que ya arman carros o aspiran tu casa—, sino que llegarán para complementarlos. Gracias a su parecido con los humanos, podrán hacer tareas más complejas que los robots tradicionales no logran con facilidad.

La pregunta es:

¿qué cosas debería hacer un robot en el futuro? ¿Ayudar a recoger la ropa? ¿Acompañar a los abuelos cuando están solos? ¿Ser parte de las clases para explicar matemáticas?


Cada país parece tener una respuesta distinta, pero todos coinciden en que los humanoides hacían parte de nuestra imaginación… y muy pronto de nuestra realidad.


Porque al final, más allá de los circuitos y las piezas de metal, lo importante no es lo que los robots logren hacer, sino lo que nosotros, los humanos, decidamos que ellos deben hacer.

¿Cuáles son las tres leyes de la robótica?

Las leyes de la robótica son principios éticos directrices propuestas que rigen el comportamiento de los robots y su interacción con los seres humanos. Estas leyes, popularizadas por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov en su serie de historias de robots, abordan cuestiones éticas y morales en el desarrollo y uso de la robótica. 

"Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño."

Esta ley establece que la primera y principal prioridad de un robot es evitar causar daño a los seres humanos. Esto incluye no solo acciones deliberadas, sino también la omisión de acciones que permitirían que ocurra un daño. En esencia, un robot no puede ser programado para ser negligente de manera que ponga en peligro la vida o la integridad de un ser humano.


"Un robot obedecerá las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si tales órdenes entraran en conflicto con la Primera Ley."

Esta segunda ley implica que los robots están diseñados para servir a los seres humanos y cumplir sus órdenes y deseos, siempre y cuando no entren en conflicto con la primera ley. Si una orden humana pone en peligro la vida o la seguridad de un ser humano, el robot tiene la obligación de desobedecer.


"Un robot protegerá su propia existencia siempre y cuando dicha protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley."

La tercera ley establece que un robot debe preservar su propia existencia, pero solo si al hacerlo no infringe la primera o la segunda ley. En otras palabras, un robot no puede sacrificar a un ser humano para salvarse a sí mismo, a menos que haya una orden humana que le indique hacerlo.


Soñemos en familia con los robots del futuro

Los robots humanoides todavía no están en todas partes, pero ya forman parte de las conversaciones del mundo. Y lo más importante es que ustedes, los niños, también pueden ser parte de esa conversación.

Hablar del futuro no es solo cosa de científicos: también puede ser una charla divertida en casa, con tus papás, hermanos o abuelos. Preguntarse juntos qué quieren y qué no quieren de los robots ayuda a imaginar un futuro más humano y consciente.


Aquí te dejamos tres preguntas para comenzar el diálogo:

  1. Si tuvieras un robot en casa, qué tarea te gustaría que hiciera por ti?
  2. Crees que los robots pueden ser amigos de los humanos, o solo ayudantes? ¿Por qué?
  3. Qué cosas nunca debería hacer un robot, porque son propias de los humanos?



Y para hacerlo más emocionante, juega en familia a “Mi robot soñado”:

  • Cada uno dibuja o describe cómo sería su robot ideal: ¿qué forma tendría? ¿qué nombre le pondrías? ¿cómo te ayudaría?
  • Luego compartan sus ideas y comparen: ¿se parecen entre sí? ¿o cada uno imaginó algo distinto?
  • Al final, reflexionen juntos: ¿qué es lo que de verdad queremos de los robots del futuro?